Desde Balam Ku, el guardián del inframundo aguarda con calma ritual. Mictlantecuhtli traspasa los corazones con su nariz de pedernal, alimentándose no del cuerpo, sino del alma. Esta escultura cerámica encarna el juicio final, cuando el fuego purifica lo que fuimos. Un eco sagrado en la oscuridad de Tlalticpac.